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Dos jóvenes policías de Los Angeles, Taylor y Zavala, se dedican a patrullar las calles más humildes del sur de la ciudad. Con el fin cumplir con su juramento de servir y proteger, además de garantizar su propia vuelta a casa al final del día, los agentes forman un sólido equipo, casi una fraternidad. Su única garantía es que no hay garantías cuando están de servicio. Los agentes son plenamente conscientes de que en cualquier momento pueden tener que sacrificarse. Un día sus vidas se ponen en peligro después de confiscar un alijo de dinero y armas de un cártel de la droga durante un control de tráfico.